jueves, 21 de febrero de 2008

Haciendo

Cuando era adolescente escribí un cuentito de tres o cuatro páginas, creo que aun lo tengo por algún sitio. Luego, a los 22 o 23 años, enamorado, hice un par de historias más que son aun peores que aquella primera. Un día en la universidad, un amigo me enseñó un relato suyo, me gustó tanto y me dio tanta envidia que por puro "yo lo puedo hacer mejor " empecé a escribir casi en serio.

Al principio comenzaba con un par de palabras, una idea, una frase cualquiera y a partir de ahí iba fabricando. A veces me quedaba atascado con unos párrafos que creía geniales pero sin saber cómo seguir. Ahora cada vez me cuesta más escribir sin saber a dónde voy. Me da pereza improvisar. Tengo miedo de perder el tiempo, de tener que dar mil vueltas para acabar una historia que empezó sin una meta clara.

En estos días estoy pensándome una novelita. Tengo más o menos idea de lo que quiero pero no del todo. Estoy tomando notas, tengo que averiguar algunas cosas.

¿Tú cómo te lo montas? ¿Vas haciendo sin saber a dónde vas? ¿Lo planeas todo antes de ponerte a escribir?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como estamos solos en la weblosfera, (suena espantoso) y nadie responde, y sigo así, sin ganas de empezar mi propia página y leyendo tu puto blog de mierda...y además porque es fantástico que nadie responda, y sólo estoy yo, que te lee,... pues contesto: para mí, se va haciendo, y en tanto se hace, nace un plan que señala las coordenadas (repito: "para mí").
Pero antes, creo yo, y de manera ineludible, se necesita un milagro. Una sorpresa.
Para Faulkner me parece fue la irrupción de la idea (o la presencia) del mal. "El mal tiene una lógica" dice en "El santuario". Popeye fue el milagro (quizá un expendedor de whisky, que conoció por ahí), una porquería de hombre, que accionó la composición de la novela.
El milagro de los corredores de información que de pronto se detiene ante nuestros ojos, también desata la sorpresa: Cortazar se debe haber extasiado con los detalles de las guerras floridas de los aztecas.
Cuando la mente no puede creer las conclusiones de la física cuántica y no alcanza a tragar sus conclusiones, aparecen multitud de relatos de ciencia ficción, como una explicación sosegada acerca de una sorpresa, de un milagro que debe racionalizarse decorosamente: es decir, haciendo ciencia ficción. Porque de otra manera nos quedaríamos bostezando frente a la dialéctica sosa que gira en torno de una fórmula x-y.
Hubo alguien para quien la fórmula fue una sorpresa.
Y no me refiero a la remanida "capacidad de asombro"; al contrario, me refiero a la incapacidad de asombro que de pronto se ve trastornada.

Anónimo dijo...

Faulkner era amigo de Sherwood Anderson, como Sherwood Anderson era escritor y siempre andaba por ahí en los bares, y sin trabajar mucho, William, que era muy listo, se dijo: "pues entonces yo quiero ser escritor"
La primara novela publicada de Hemingway era Torrentes de Primavera, una parodia de una novela de Sherwood Anderson. Siempre he sospechado que quizás ello contribuyera al poco aprecio que se tenían F y H.
En fin...