lunes, 26 de mayo de 2008

Numerados

I
No estoy seguro si era en “Diecisiete instantes de una primavera” o en “El escudo y la espada”, novelas rusas de espías, que leía de niño y voto a tal (como diría Reverte) que son muy buenas. El caso es que en una de ellas (o quizás en alguna otra) una espía rusa embarazada que se hacía pasar por alemana es descubierta al dar a luz pues con los dolores del parto no puede impedir gritar en su idioma natal.

No sé si esto es científicamente probable pero al menos es poéticamente maravilloso.

II
También leí en algún Kundera, que en su opinión (o en opinión del personaje que narraba la historia) lo que nos ata a nuestro lenguaje son las malas palabras, los tacos, las voces prohibidas.

III
Una amiga argentina me comentó un día que las palabras de sexo en español le parecían ridículas que ella para excitarse tenía que follar en argentino (coger). Yo le hice notar que posiblemente un español se descojone de risa si le dices pija a su polla.

IV
Clítoris, me parece una palabra horrible, parece una definición técnica, cosas de médicos. Vaya mierda de lenguaje que hablamos en el que no hay palabras para definir las cosas importantes.


Te molan estos temas del lenguaje y tal? Venga, léete este cuentito más o menos largo y me dices qué te parece .
Imprímetelo en el curro a cuenta de la empresa que leer en la pantalla es bastante jodido.
Va sobre el amor las palabras, el silencio.


PD:
Un amigo me pasa las bases de un concurso de videos. Lo estoy leyendo. Dice:

El jurado elegirá el ganador el 5 de Septiembre de 2008.
El fallo de susodicho jurado será inexpugnable.

Vaya, que nadie lo podrá conquistar.
jajajajajajaja

2 comentarios:

Yuki dijo...

Las palabras construyen la realidad, determinan el carácter y la personalidad a través de los contextos socioculturales en los que nos desenvolvemos. El lenguaje, y con él las palabras, va íntimamente ligado a nuestro desarrollos psicosocial como humanos. Las palabras son esenciales en la percepción del mundo ( interior y exteriormente ). Para nosotros la nieve es nieve y sólo hay esa palabra ( quizá alguna más, aguanieve, etc... ), pero para los esquimales hay varias decenas de tipos de nieve y sus correspondientes vocables. Lo que ocurre es que no es inmediato entender cómo el lenguaje y la realidad interactúan. Por eso elegir la palabra exacta es fundamental a la hora de escribir y tratar de transmitir exactamente lo que queremos. ¿Y cómo pensar sin palabras? ¿Cómo percibir sin tener palabras para interpretar esa realidad percibida?

De alguna forma tu relato habla en parte de esto, o así lo he entendido. Un cuento sugerente y original.

Nací un 29 de febrero. dijo...

Si lo entendiste así supongo tienes razón. En realidad pensé bastante menos al escribirlo. El relato tiró por ese camino por pura casualidad. Le robé a un amigo la idea del comienzo y a otro la del final. Había que rellenar con algo los espacios en blanco y se me ocurrió el tema del silencio entre la pareja. A pesar de todo aun necesitaba separar zonas del cuento que ocurrían en momentos temporales diferentes y me inventé ese “tratado filosófico” que es la parte que sale con otra tipografía.
Cada viernes paso por tu blog.
Gracias Yuki.